El problema de esta tierra es que pase lo que pase o, incluso, lo que no pase, da igual, al final los palos siempre acaban en Andalucía. Por eso, da igual lo que se haga (como cerrar un acuerdo para formar parte de un escudo antimisiles en la Base de Rota) o cómo se haga (con nocturnidad y sin avisar ni negociar con nadie la propuesta), incluso no parece importar ni siquiera lo que se dice (como las declaraciones de Durán i Lleida sobre el PER y los bares), lo que acaba doliendo es cómo se ven estas cosas desde fuera, desde los corrillos mediáticos de las tertulias nacionales donde se simplifica tanto la imagen de Andalucía que hasta cuando la defienden, la dañan. Y algo estaremos haciendo mal cuando todos los palos llegan al mismo puerto.
Es como lo del escudo antimisiles que va a albergar el puerto y toda la Base de Rota, y toda la localidad, y toda la Bahía, y media provincia, y... El problema no es tanto que se vaya a hacer, sino con la facilidad con la que se ha aceptado que se haga. Salvo Izquierda Unida y algún grupo ecologistas más o menos afín, no se ha oído ni una voz de protesta, ni una queja formal, ni nada de nada. La única excepción, por llamarla de alguna manera, fue la alcaldesa roteña, que esperó un día entero para posicionarse oficialmente al respecto, pero no porque estuviera estudiando las consecuencias de la decisión, sino porque estaba preguntando al partido qué tenía que decir. Y en el PP, que como al resto de españoles el acuerdo le llegó sin esperarlo, lo tuvo que pensar antes de posicionarse y enviarle un recado a la alcaldesa sobre qué tenía que declarar. Es decir, lo previsible, que sí, aunque con matices por la forma, que nunca por el fondo, porque hay elecciones a la vuelta de la esquina.
Y todo porque se habla --y sólo se habla, porque nadie explica de qué forma, cuándo, cómo y para qué-- que se van a crear unos mil empleos. Y como ahora la palabra mágica es ésa, la del empleo, todos callados y a esperar a ver si me toca uno, y más ahora que tantos estómagos agradecidos se van a quedar sin su sueldo a final de mes. Nadie se pregunta qué conllevará ser parte de ese escudo, si existe o no un riesgo por aceptarlo, nadie se indigna porque el Gobierno o ZP haya cerrado un acuerdo sin consultarlo previamente con nadie (ni siquiera, por lo que él mismo reconoce, con Rubalcaba). Se ha hablado de mil empleos y de la llegada de unos 1.300 estadounidenses y todos callados y cerrando filas en torno a la idea, como si se trata de un nuevo Plan Marshall ideado sólo para ayudar a Rota, la Bahía, la provincia y Andalucía. Dios, qué no habría dicho Griñán y compañía si la idea hubiera partido de un Rajoy en el poder...
Claro lo que hubiera dicho habría valido tanto como lo que ha dicho ante las palabras de Durán i Lleida sobre el PER, los andaluces y el paro. Mucho orgullo patrio, mucha reprobación institucional, mucho cerrar filas junto a los jornaleros, mucha comparativa entre lo que se gastan los catalanes en ayudar o promocionar el catalán o a la comunidad fuera de sus fronteras, pero nada más. Y, mientras, en todas las tertulias nacionales hablando de Andalucía como si aun fuéramos con el burro a trabajar, vestidos de flamenca y esperando que el señorito se baje de coche de caballos para besarle la mano. A todos esos, que son realmente los que hacen daño a la imagen de Andalucía, ni una respuesta, ni una aclaración, ni una capacidad de intervenir en un debate para decir que todo lo que se dice es mentira, que esta tierra ha evolucionado mucho más de lo que el resto de españoles se cree. Nada, quizás porque entrar a discutir con periodistas o comentaristas no da votos y sí creen que los puede dar y siempre queda mejor decir que se va reprobar a un líder de otro partido político por sus palabras.
Por eso, no sé qué es peor, si la imagen que, en el fondo, transmitimos o los políticos que tenemos, que lo mismo aceptan un insulto injusto y fuera de lugar que vuelven a vender la base de Rota a los americanos. Porque ambas cosas van de la mano --imagen y política-- y en ninguna avanzamos nada. Quizás va siendo hora de que los andaluces, los de verdad, lo que se representan a sí mismos con su trabajo, su cultura y su manera de ser, se planteen si no es necesario otro escudo antimisiles, aunque no se sepa a ciencia cierta si para los ataques de fuera o para las defensas de dentro.
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