Solo hay dos noruegos en el pelotón, Boasson Hagen, de 24 años y el campeón mundial Thor Hushovd, de 33, el alumno aventajado y el maestro de la escuela nórdica, pero se están dejando notar de lo lindo en el Tour, ya que suman dos etapas cada uno y en el caso del más veterano ha lucido 7 días el maillot amarillo.
Boasson Hagen, que ya se lució en Lisieux, volvió a levantar los brazos en la primera etapa alpina con meta en la localidad italiana de Pinerolo. Fue el mejor de los 14 componentes que iniciaron la escapada del día en el kilómetro 54. Lanzó un ataque en el último puerto, la Cota de Pramartino (2a), a 8 kilómetros de meta y aguantó en solitario el peligroso descenso y el último tramo de llano.
Entró en meta con 40 segundos sobre el holandés Mollema y 50 sobre el trío francés formado por Casar, El Fares y Chavanel. El grupo de favoritos pasó a 4.26, pero faltaban el líder Thomas Voeckler y el italiano Ivan Basso, que se dejaron en la bajada 27 segundos.
La víspera del tríptico alpino del Galibier, Alpe d'Huez y cronometrada de Grenoble, el último puerto volvió a ser el escenario de la batalla entre los favoritos. Y los protagonistas que impulsaron la revuelta fueron los mismos: Alberto Contador y Samuel Sánchez, amigos desde siempre en clara alianza de intereses.
“Es bueno tener aliados”, decía el madrileño en la llegada. “Hemos hablado para bajar a tope”, reconocía el campeón olímpico.
Así que en la subida a Pramartino volvieron a pactar. Era cuestión de repetir la jugada de la víspera en el Col de Manse, al lado de Gap. Contador lanzó un primer ataque a 11 de meta, pero contestaron todos sus enemigos, soldados a su rueda. Todo el mundo atento.
Un kilómetro después llegó un segundo latigazo que seleccionó el grupo. Contador y Samu coronaron juntos y se lanzaron en picado hacia meta. Se cortó grupo principal. Apuros para los Schleck y Evans en una bajada peligrosa, sombría, estrecha, con muchos baches, que el madrileño conocía de una visita que hizo después del Giro de Italia. Voeckler se salió de la carretera con la suerte de encontrar abierta la puerta de una finca, que le evitó algún serio accidente. Basso sufría en el descenso, como es habitual en el corredor italiano.
El dúo Contador-Samuel tiró a bloque, como si de una contrarreloj se tratara, pero los hermanos Schleck, Evans y compañía les echaron el guante poco antes de la recta de llegada. Intento fallido, pero otro mensaje de que el triple vencedor del Tour quiere aprovechar la menor ocasión que se le presente. “Mañana (por hoy) de nuevo a la carga, que voy por detrás en la general. Esto solo ha sido un aperitivo”, advirtió Contador, a 1.57 minutos en la general de su principal rival, Cadel Evans.
La primera jornada alpina se disputó con calor, aspecto novedoso en un Tour de tiempo hostil. Pasado el terreno llano se formó la escapada del día en el kilómetro 54, con 14 corredores, entre ellos el holandés Mollema, Sylvain Chavanel, Sandy Casar, Boasson Hagen y Rubén Pérez (Euskaltel), éste último un fijo en casi todas las aventuras del Tour. Por delante cinco puertos.
En la subida a Sestrières (1a, 11 kms al 6,3 por ciento), primer puerto en territorio italiano, se rompió la avanzadilla. Atacó Rubén Pérez a 2 kilómetros de la cima. El ciclista de Zaldíbar (Vizcaya) coronó con 1.05 sobre sus inmediatos perseguidores y 7.49 respecto el grupo de los favoritos, donde Thomas Voeckler lucía el maillot amarillo en cabeza.
Rubén Pérez arriesgó el pellejo en el interminable descenso de 45 kilómetros que le iba a poner al pie del Pramartino. A 12 de meta fue alcanzado por sus compañeros iniciales de escapada, En la subida empezó el soliloquio de Boasson Hagen, el heredero natural de Hushovd, corredor apto para las clásicas, como demuestra su triunfo en la Gante Wevelgem en 2009.
Marcha victoriosa hasta Pinerolo para el campeón noruego contrarreloj. Le esperaba el doblete en el Tour de Noruega y la cuarta victoria de la temporada. El desembarco vikingo se amplia a los Alpes.
La decimoctava etapa se disputará entre Pinerolo y la cima del Galibier, de 200 kilómetros, llegada inédita y la más elevada de la historia (2.645 metros). La primera final del tríptico alpino.