Geóloga asegura que no se pueden evitar los desastres "pero sí prepararnos para ellos"

Publicado: 12/02/2025
La geología, apunta, es clave para anticipar los efectos de catástrofes naturales como terremotos y erupciones volcánicas mediante monitoreo y sistemas
Aunque se usen mapas y redes de alerta, las catástrofes naturales "son difíciles de predecir" y "prácticamente imposibles de evitar", advierte en entrevista con EFE la geóloga Guiomar Calvo, quien asegura que "no podemos evitar los desastres, pero sí prepararnos para ellos" destinando suficiente financiación a la investigación y mejorando la prevención.

Licenciada en Geología y doctora en Energías renovables y eficiencia energética por la Universidad de Zaragoza, Calvo acaba de publicar 'Cataclismos: historia y ciencia de los desastres naturales de origen geológico' (editorial Guadalmazán), texto en el que pasa revista a las que "no son meras catástrofes" sino "verdaderos arquitectos que han esculpido continentes, alterado climas y redirigido el curso de la vida misma".

La geología, apunta, es clave para anticipar los efectos de catástrofes naturales como terremotos y erupciones volcánicas mediante monitoreo y sistemas de alerta, y desempeña "un papel fundamental a la hora de identificar aquellas zonas más vulnerables".

Los cuestionarios del Instituto Geográfico Nacional, por ejemplo, en los cuales los ciudadanos pueden aportar información valiosa que facilita "organizar y coordinar las labores de respuesta" ante los efectos de una catástrofe ya que, "al fin y al cabo, todo el mundo tiene un teléfono móvil a mano".

 Calvo también destaca la colaboración entre expertos, ya que abordar un fenómeno desde una sola perspectiva "siempre ofrecerá una visión parcial" y señala como caso de éxito la investigación global que permitió confirmar la responsabilidad de la erupción del volcán indonesio Samalas en el enfriamiento repentino del clima y la pérdida de cosechas en la Europa medieval a mediados del siglo XIII.

Los peores cataclismos

La importancia de las catástrofes "suele medirse en función de las víctimas que han producido" y en ese sentido señala el terremoto de Antioquía (Turquía, 526), la erupción del volcán Tambora (Indonesia, 1815) y el seísmo y posterior tsunami de Sumatra (Indonesia, 2004) entre "las más mortíferas" de la historia, ya que "fueron responsables de la muerte de decenas de miles de personas".

En el caso de España, Calvo destaca el terremoto de Almería (1522) y el de Granada (1884), que fueron especialmente "destructivos" al afectar a más de un centenar de localidades en ambas provincias, si bien el riesgo sísmico en el territorio nacional se considera "moderado".

No obstante, la ciencia ha confirmado episodios mucho más devastadores como el desconocido cataclismo que provocó la extinción del 90 % de las especies al final del período Pérmico hace 250 millones de años o el impacto del meteorito que acabó con el dominio de los dinosaurios al final del Cretácico hace 66 millones de años.

 "No siempre se identifica la causa exacta" de una catástrofe, recuerda, pero está constatado que fenómenos naturales como el vulcanismo pueden alterar "gravemente" el clima hasta crear "condiciones incompatibles con la vida".

Impacto humano

Calvo reconoce que los seres humanos "estamos teniendo un gran impacto a través de las emisiones de efecto invernadero y la sobreexplotación de los recursos naturales" pero este efecto es "bastante limitado" en los procesos geológicos, puesto que "los desastres naturales son precisamente eso: naturales".

Hay "casos puntuales", como el uso del "fracking", una técnica de extracción de gas y petróleo del subsuelo que puede generar temblores, pero en otros fenómenos como las erupciones volcánicas, las personas "somos más bien, meras víctimas".

Un desarrollo sostenible de la geología y la minería, añade, es "fundamental" para extraer los elementos químicos "numerosos y valiosos" necesarios para fabricar las tecnologías necesarias para la transición energética y la descarbonización.

De todas formas, aunque los cataclismos se asocian a "agentes de destrucción", también actúan como "catalizadores de conservación" y un ejemplo son los cráteres formados tras el impacto de meteoritos que pueden generar condiciones para la preservación de los seres vivos.

Así sucedió en el caso del cráter de Decorah (EEUU), donde se han hallado restos fósiles de un primitivo escorpión marino gigante, o el de Boltysh (Ucrania), donde aparecieron restos de diversos seres vivos. 

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