El público les recuerda lo de “no ha pasado ‘El hum’" antes de comenzar. Toquetazo a la reciente polémica del alcalde de entrada, antes de presentar un tipo con guasa: visitantes de botellón en la Catedral en pleno Carnaval. Poquísima vergüenza y mucho ánge en la presentación, con su trasfondo de crítica hacia aquellas personas que vienen a la ciudad sin conocer ni respetar la fiesta. Espectacular el primer pasodoble, tomándose con un humor excepcional todas las desgracias que les ha tocado vivir. Sin abandonar del todo la guasa, se ponen algo más serios en el segundo para denunciar que en Cádiz hay más perros y gatos que niños, pues con las condiciones de vida actuales es muy difícil lanzarse a la aventura de traer una nueva vida a este mundo. Certero. Simpáticos los cuplés, rematados de la misma forma, para los nuevos géneros y para los partidos políticos. Colección de pamplinas sin filtro en el popurrí (un poco por debajo del resto), sin salirse del personaje, hasta el giro de la preciosa última cuarteta.
Lo mejor El mensaje del primer pasodoble, un excepcional canto a la vida
Lo peor Las mallas que lucen algunos de los integrantes dejan poco a la imaginación y estamos muy cerca