1. Anda, distínguete por tu discreción, por tu corrección, por tu manera delicada de hacer y por tus buenos modales.
2. Anda, cumple tus deberes, tus compromisos, haz palpable cuáles son tus ideales y tus verdaderas esperanzas.
3. Anda, procúrate fortaleza interior, espiritual. Así podrás hacer frente a tus enfermedades, a los golpes de la vida y a los días aciagos.
4. Anda, que tu entrega sea sin cálculo egoísta, sin reticencias… sino con aquella generosidad que has soñado y has prometido tantas veces.
5. Anda, que tu discernimiento, tu sabiduría se ajuste a la voluntad de Dios y ello ante los problemas y avatares de la vida cotidiana.
6. Anda, intenta tener el buen sentido de la amabilidad, del buen humor.
7. Anda, sonríe aunque tu sonrisa sea triste. Porque más triste, que tu sonrisa triste, sería la tristeza de no saber sonreír.
8. Anda, valora las palabras y los silencios. Con ellas y con ellos puedes ayudar a otros y enriquecerte a ti mismo.
9. Anda, nunca te fatigues de servir. Es el verbo del Evangelio. Conjúgalo siempre. Servir es amar.
10. Anda, sé elegante en la manera de llevar tu cruz y ayudar a llevarla a otros.
11. Anda, acércate a quien sufre: ya sea con tu porte, con tus palabras, ofrece el tónico del consuelo, como decía el cardenal Newman.
12. Anda, sé humilde, sencillo, una persona que transmita paz, serenidad, esperanza, alegría.
Un Año Nuevo es, como decía Pablo VI, tiempo para los generosos, los fuertes, los puros, los esforzados, los convencidos. Es tiempo de arrojar las actitudes de la pereza, el miedo y la ausencia.