Las marea vivas se convierten en un reclamo turístico
Miles de personas acudieron a zonas costeras de la Bahía para ver este fenómeno.
Mucho se ha hablado en los últimos días sobre las mareas vivas que se están registrando este fin de semana en la Bahía de Cádiz y la mayoría de lo que se ha hablado se han demostrado que estaba infundado, ya que nadie pudo cruzar a pie desde la Alameda de Cádiz a El Puerto con la bajamar, ni la autovía Cádiz-San Fernando fue engullida por las aguas con la pleamar, por citar algunos rumores.
Ayer la bajamar tuvo un coeficiente de 1,15 grados, lo que supone una marea importante, pero que se repite en parámetros similares en varias ocasiones al año. Fue sobre las 08.45 horas, lo que propició que muchos gaditanos, y sobre todo muchos vecinos de otras localidades no costeras, madrugaran para presenciar este fenómeno (alguno pensando que vería fenicios). La bajamar se tradujo en varios metros más de arena en la playa y en que salieran a la luz rocas y escolleras que normalmente se encuentran bajo el mar. No obstante, miles de personas se dieron cita, por ejemplo, en La Caleta, donde jamás se vio a tanta gente en las piedras o paseando por el Paseo Fernando Quiñones al mismo tiempo.
La pleamar que se dio alrededor de las 15.00 horas, sí fue más espectacular ya que, pese a que no había oleaje (que entonces sí que podría haber entrañado algún riesgo en ciertas zonas), la marea alcanzó cotas poco vistas, haciendo casi desaparecer la arena en zonas de La Caleta o la Victoria.
Para hoy, al igual que la pleamar de ayer, la bajamar tendrá un coeficiente de 1,17 grados, pero que diferirá bastante poco de la vista ayer. Este fenómeno se produce por la cercanía de la luna con la tierra, algo que se repite a estos niveles cada 19 años.
Pero la repercusión que han tenido estas mareas vivas propició que miles de personas quisieran verlo. Así, desde bien temprano hubo atascos en la avenida, en la entrada a Cádiz, los churros se agotaron en la plaza de Las Flores y las terrazas de medio Cádiz se llenaron al mediodía.
Además, en La Caleta es donde se reunieron la mayoría de foráneos, algo que se pudo comprobar dando un paseo y oyendo comentarios del tipo; “¡Mira, un pepino de mar!”, que en Cádiz son denominados carajos de mar; o decir del agua de las pozas si “¿es dulce o salada?”. Los que si aprovecharon la marea fueron pescadores y mariscadores. Eran cientos lo que había en la playa viñera, aunque la mayoría, al no tener licencia, tuvieron que vaciar sus capturas, casi todos erizos, por la presencia del Seprona.
Ayer la bajamar tuvo un coeficiente de 1,15 grados, lo que supone una marea importante, pero que se repite en parámetros similares en varias ocasiones al año. Fue sobre las 08.45 horas, lo que propició que muchos gaditanos, y sobre todo muchos vecinos de otras localidades no costeras, madrugaran para presenciar este fenómeno (alguno pensando que vería fenicios). La bajamar se tradujo en varios metros más de arena en la playa y en que salieran a la luz rocas y escolleras que normalmente se encuentran bajo el mar. No obstante, miles de personas se dieron cita, por ejemplo, en La Caleta, donde jamás se vio a tanta gente en las piedras o paseando por el Paseo Fernando Quiñones al mismo tiempo.
La pleamar que se dio alrededor de las 15.00 horas, sí fue más espectacular ya que, pese a que no había oleaje (que entonces sí que podría haber entrañado algún riesgo en ciertas zonas), la marea alcanzó cotas poco vistas, haciendo casi desaparecer la arena en zonas de La Caleta o la Victoria.
Para hoy, al igual que la pleamar de ayer, la bajamar tendrá un coeficiente de 1,17 grados, pero que diferirá bastante poco de la vista ayer. Este fenómeno se produce por la cercanía de la luna con la tierra, algo que se repite a estos niveles cada 19 años.
Pero la repercusión que han tenido estas mareas vivas propició que miles de personas quisieran verlo. Así, desde bien temprano hubo atascos en la avenida, en la entrada a Cádiz, los churros se agotaron en la plaza de Las Flores y las terrazas de medio Cádiz se llenaron al mediodía.
Además, en La Caleta es donde se reunieron la mayoría de foráneos, algo que se pudo comprobar dando un paseo y oyendo comentarios del tipo; “¡Mira, un pepino de mar!”, que en Cádiz son denominados carajos de mar; o decir del agua de las pozas si “¿es dulce o salada?”. Los que si aprovecharon la marea fueron pescadores y mariscadores. Eran cientos lo que había en la playa viñera, aunque la mayoría, al no tener licencia, tuvieron que vaciar sus capturas, casi todos erizos, por la presencia del Seprona.
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