El caso es que la actitud de la Administración autonómica ha llevado a estos propietarios a contratar sus propios servicios veterinarios, asumiendo el elevado coste del tratamiento necesario para recuperar al animal. “La Junta dice que están estabilizando a los animales, pero no es cierto, al menos en mi caso, porque somos nosotros los que hemos tenido que llamar a un veterinario. De hecho, a nosotros nos hablaron de la posibilidad de sacrificar al animal y hemos conseguido que empiece a recuperarse”, asegura.
Isabel y José residen junto a sus hijos en una explotación situada en el término municipal de Chiclana. Ambos se encuentran “muy asustados” porque viven junto a sus hijos, que podrían ser presa del virus. “La Junta dice que quien contagia la fiebre es un mosquito, pero qué pasa si el mosquito, en vez de picar a un caballo, nos pica a nosotros”, se pregunta Isabel, que advierte de que en otros países -como Rumanía- se han producido recientemente fallecimientos de humanos.
En cualquier caso, la nota positiva viene dada por el hecho de que el caballo enfermo está mejorando a pesar de la aparente desidia institucional. “De momento no hemos conseguido que se ponga en pie, porque no coordina bien los movimientos de las patas traseras, pero al menos sí vemos que el animal no ha perdido la consciencia en ningún momento y que con las manos trata de incorporarse”.