Andalucía nunca pudo abstraerse de la actualidad política nacional. Ahora tampoco debe hacerlo. Tiene que estar muy vigilante en este momento tan decisivo, con investiduras o repetición electoral en juego. Y es que vivamos una u otra opción dependerá del grado de exigencia de los nacionalistas catalanes y vascos para apoyar que Pedro Sánchez repita como presidente del Gobierno y las cesiones que el líder del PSOE esté dispuesto a firmar para permanecer en el poder.
Más allá de la petición de la amnistía de los condenados y fugados como responsables en el Process, Andalucía deber estar ojo avizor ante la posibilidad cierta de que las reclamaciones de Junts, Ezquerra Republicana de Cataluña, PNV y Bildu puedan ir en detrimento de los intereses estratégicos y económicos de nuestra comunidad. Cuando estaban en sintonía, los ex presidentes andaluces Rafael Escuredo y José Rodríguez de la Borbolla, no dudaban en alertar sobre los planes soberanistas de instaurar una España de dos velocidades: confederal en las comunidades históricas del norte y federal en el resto del país. Esas pretensiones siempre cayeron en saco roto ante la debilidad del egoísmo proponente y la fortaleza de los garantes de la igualdad. Ahora bien, el diabólico resultado electoral (que frenó un gobierno PP-Vox a costa probablemente de una coalición PSOE-Sumar, pero tristemente dependiente del prófugo Puigdemont) ha situado al ex presidente catalán ante una oportunidad pintiparada para demostrar de nuevo sus ansias soberanitas más insolidarias.
En este escenario, Andalucía debe huir de imposturas, golpes de pecho o manifestaciones como la que propuso al presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, para el 4 de diciembre en el Foro de ABC el fundador y sepulturero del Partido Andalucista Alejandro Rojas Marcos. El Gobierno andaluz no debe abandonar su institucionalidad arrastrado por los intereses partidistas del PP nacional, y centrar todos sus esfuerzos en que un nuevo modelo de financiación autonómica no sea lesivo para nuestras necesidades -como lo es el actual sistema- y en que no prospere la reformulación del Estado autonómico como ha deslizado el Partido Nacionalista Vasco. En esa tarea, el presidente Moreno tiene dos armas poderosísimas para evitar asimetrías territoriales: la Constitución y el Estatuto de Autonomía, además de un ejército pacifista, inclusivo y garantista de la igualdad, como es el pueblo andaluz, así como muchos aliados mediáticos para alargar la historia autonómica de éxito de Andalucía. Siempre que piense en Andalucía y no en el Partido Popular.
