Luis Díez recopiló en su Antología del Disparate las respuestas más insólitas que los alumnos daban en los exámenes escritos a sus profesores. Un libro para reírse. Se adelantó en 1936 el genio de José Bergamín con un libro, La Antología del Disparate en la Literatura Española, que la cuidadosa editorial andaluza Renacimiento reeditó en 2005, en una edición tan minúscula como preciosista. Pero los acontecimientos del día nos llevan a los disparates judiciales. No se puede generalizar, pero abundan. La obra Antología del Disparate Judicial, de Quico Tomás-Valiente y Paco Pardo, relata una ristra de ejemplos de tropiezos de jueces y magistrados en en sus autos y sentencias. La ampliaron en La Justicia y sus Puñetas para criticar “a los jueces prevaricadores, graciosillos, intolerantes, homófobos, sinvergüenzas o irrespetuosos”, pero indicando -para que no les sucediese lo que a Pedro Pacheco, que fue alcalde de Jerez-: “hemos hecho esto desde el respeto a la Justicia, en la que creemos, no pensamos que sea un cachondeo”. Toda precaución es poca con los ciudadanos jueces que son investidos personalmente con un poder del Estado, pudiendo disponer de la enorme fuerza que significa influir decisivamente sobre las vidas ajenas, de acuerdo con las leyes obviamente.
El juez que instruye el caso de las fiestas de A Maruxaina, en Lugo, es, según parece, un ejemplar troglodita, es decir, cavernícola. Manifiesta que no es delictivo colgar en páginas para adultos -incluidas páginas pornográficas de pago- vídeos de mujeres -algunas menores- orinando en la calle, obtenidos durante esas fiestas, por la ausencia de instalaciones suficientes para esa tarea forzosa de los seres humanos. Mantiene el prehistórico juez que no es un delito contra la integridad moral de las mujeres porque no se aprecia el ánimo “de quebrantar la resistencia física y moral” de la mujeres grabadas, a pesar de que no sabían que habían puesto cámaras para grabarlas. Falta tiempo ya para que el tan mentado -y necesitado de urgente renovación- Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Superior de Galicia, en su caso, pongan a este ilustrísimo sujeto ante sus incongruencias absolutamente inaceptables para cualquier sensibilidad. En represalia hay quién pide hasta una “meada masiva” ante su juzgado. Por lo demás, bien estaría que en las fiestas populares las autoridades municipales doten los espacios públicos de los suficientes urinarios portátiles.