La crisis del coronavirus ha irrumpido con fuerza en una sociedad a la que la recuperación económica no estaba llegando a todos por igual: la demanda ha aumentado en un 35% y en zonas como Tres Barrios, Amate, Polígono Sur o Macarena Norte se ha incrementado hasta un 60%, con algunas Cáritas parroquiales duplicando las ayudas.
Es la conclusión principal de esta crisis que han expuesto el director de Cáritas Diocesana, Mariano Pérez de Ayala y monseñor Santiago Gómez, obispo auxiliar de Sevilla, durante la presentación de la Memoria 2019 de esta organización de la Iglesia, que refleja que sus 251 Cáritas parriquiales atendieron el pasado año a 14.037 familias, con un impacto en 43.135 personas, a través de 106.312 intervenciones, lo que representa un 4% menos que el año anterior y un 22% menos que en 2015.
El perfil habitual respondió a personas, en su mayoría, españolas, en riesgo o situación de exclusión, con graves carencias educativas, desempleados de larga duración, con precariedad laboral o trabajos esporádicos con escaso salario, bajos niveles de cualificación y escasa experiencia laboral. Tenían debilitados o carecían de redes de apoyo social y/o familiar. Con ingresos económicos insuficientes para hacer frente a las necesidades básicas de la vida diaria.
El 76,23% de las ayudas que prestaron las Cáritas parroquiales lo siguen acaparando la alimentación y recursos básicos, y los gastos derivados de la vivienda (suministros, alquileres, hipotecas), un porcentaje muy similar a 2018.
En medio de esta recuperación desigual, Cáritas ha observado “cómo las familias a las que veníamos atendiendo con regularidad han visto agravada su situación, necesitando un mayor número de intervenciones o aumentando los tipos de ayudas que les veníamos prestando”.
A esto se añaden familias que no habían acudido nunca o que han vuelto tras mucho tiempo: venta ambulante, trabajadores de ferias, personas empleadas de hogar o de la hostelería sin regularizar y, por tanto, sin derecho a posibles prestaciones, “además de quienes han visto suspendida su relación laboral pero no han recibido todavía las ayudas de ERTES u otros mecanismos de protección”.
“Estimamos que hemos tenido un aumento de las demandas del 35 %, siendo del 60% en zonas como Tres Barrios Amate, Polígono Sur, Torreblanca o Macarena Norte. Algunas Cáritas parroquiales están llegando a duplicar las ayudas”, resalta el informe.
“Prevemos que la crisis ha venido para quedarse e intuimos que lo peor aún no ha llegado. Una de las situaciones más preocupantes que observamos es la del aumento de las familias sin ingresos que tampoco están recibiendo ayudas por parte de la Administración, como por ejemplo los migrantes en situación irregular”
El Covid-19 “resalta lo que ya veníamos anunciando desde hace años. La recuperación económica no estaba llegando a todos por igual, basada en un sistema debilitado y frágil, incapaz de proteger a las personas más vulnerables, sobre todo en materia de empleo y vivienda”.
“Creemos que el Ingreso Mínimo Vital cumplirá una función de factor de estabilizador automático en las épocas de crisis al generar una base mínima de protección para las personas que carezcan de ingresos. Su duración, ligada a la situación de necesidad”, ha asegurado Pérez de Ayala.
“Esta crisis nos ha recordado lo importante de contar con un sistema sanitario eficaz, pero también la importancia de los servicios sociales, el tercer y olvidado pilar del estado del bienestar. Sin esto, se ahonda la brecha de la desigualdad”, concluía.