El confinamiento ha propiciado, entre otras distracciones, la sentada ante la tele. Los archivos de nuestras cadenas han incrementado su número de visitas, así rezaron muchos titulares publicados desde poco después del inicio de este parón. Según los comentarios, el teatro ha sido lo más solicitado. Es un género querido, y tanto más por los actores inolvidables que nos van faltando, aunque nunca terminarán de irse mientras podamos descargarnos programas como Estudio Uno, Risa Española, Las doce caras de Juan y un atractivo largo etcétera tras pulsar el cursor. Es grato recuperar la mirada bajo el flequillo de Nuria Torray, el rostro un tanto desordenado de Fernando Delgado, la sobriedad de José María Rodero, el carisma de Paco Rabal, la eterna juventud de Aurora Redondo, la voz rota de Lola Gaos, el empaque de Chus Lampreave, una lista interminable que disfrutaríamos incrementándola con esos otros nombres, que habiendo cumplido los ochenta no han dejado de subirse a las tablas. Pero volviendo a la tele, quizás los concursos sean los menos solicitados, si bien gozan de la atención de un espectador más nostálgico.
Hace unas noches, en la radio se rescataba el primer programa de Un millón para el mejor, siendo dos de las mujeres concursantes quienes llamaron la atención, Mercedes Carbó por la naturalidad y ternura con que dio a conocer la minusvalía de su hija, y el desparpajo de Rosa Zumárraga, al cambiar la rueda de un coche en menos de cinco minutos. El caso es que ni ellas ni los compañeros volvieron a verse por la televisión, a menos que fueran convocados a un aniversario. Sin embargo, hoy los concursantes ganadores, parecen estar destinados a peregrinar por los platós de las distintas cadenas. Comienzan en Saber y ganar, reconocido como el trampolín que los catapulta a Pasapalabra, Boom y los otros. De hecho, algunos incluyen la participación en su currículum, algo que surgió como alternativa al paro y la posibilidad de ganar algún dinero, aseguran, aunque algunos hayan llegado a ser millonarios o logrado lo suficiente como para emprender un negocio. El caso es que con la repetición de su presencia sin tener en cuenta el escenario, también han ganado profesionalidad con la eventualidad, un recurso utilizado hasta hace unos años con pocas imágenes y apenas sonido, como los concursos radiofónicos primero y los literarios más tarde, medios de vida que no han trascendido mucho, pero siguen ahí.
Ánimo, que falta menos.