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Monjas de clausura ante el Covid-19: el confinamiento como opción

En Extremadura, alrededor de 350 personas viven la vocación contemplativa en 29 conventos

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  • Monjas de clausura. -

El estado de alarma por la crisis del coronavirus ha provocado que la población se enfrente a una situación de confinamiento en mayor o menor medida, reclusión que no es ajena en su día a día para colectivos como los religiosos de clausura, en su mayoría monjas, que han optado por la vida contemplativa.

En Extremadura, alrededor de 350 personas viven la vocación contemplativa en 29 conventos, y algunas de ellas han relatado a Efe que afrontan la reclusión por el coronavirus "intensificando la oración".



"Lo principal es la oración, la alabanza y la liturgia, desde que nos levantamos", ha dicho a Efe sor María Socorro, abadesa del convento de monjas terciarias franciscanas Madre de Dios, de Coria (Cáceres).

En este lugar conviven trece hermanas, que han cambiado su dedicación de hacer dulces por elaborar mascarillas, de las que se repartieron unas 300 en Semana Santa entre las residencias de mayores de la localidad, gracias a Cáritas y donaciones individuales de material.

"Estamos sufriendo con los que sufren, no sabemos que querrá el Señor de nosotras, puede venir por donde menos pensemos", ha reflexionado la abadesa.

Aunque ya no celebran la eucaristía como antes sino que la siguen por la televisión, comulgan gracias a formas consagradas que les dio el sacerdote y realizan adoración ante el Santísimo todos los días, además de continuar con sus oraciones diarias.

Las hermanas se unen en el rezo de la oración de vísperas a las muestras de apoyo a "los que están dando la vida", como el personal sanitario y en primera línea de la lucha contra el coronavirus, reflejado en aplausos en otros hogares.

En opinión de sor María Socorro, ante las "prisas" de la humanidad, "el Señor ha dicho párate un poco, en las familias, ama a tus hijos, juega con ellos, únete a tu familia, vive la vida fraterna".

En el convento Santa Ana, de Badajoz, son 26 las monjas en clausura, con edades que van de los 30 a 94 años, y que también cambiaron la repostería por la elaboración de mascarillas, de modo que en cuatro emanas han hecho más de mil, destinadas a centros de acogida, asilos y comedores sociales.

Para la clarisa Carolina, su preocupación, aunque en su convento no ha entrado el virus, es que una hermana enferme y muera sola en el hospital y no con los ritos con los que la despide en la comunidad cristiana.

Además, recomienda "volver a Dios" a todos los confinados, dejar internet, el juego y labores cotidianas y "cerrar un ratito los ojos", rezar para "tener la certeza de que Cristo resucitado está con ellos en medio de este caos"..

"Aunque no sepan el padrenuestro, hagan una oración que salga de su corazón, hagan este ejercicio para conocer la presencia de Dios real en su vida; él le da sentido a cualquier sinsentido, Jesucristo es el Dios de la vida", ha afirmado.

Un total de once hermanas, de una media de edad de 56 años y de tres nacionalidades, acoge el Convento de las Jerónimas de Trujillo (Cáceres), donde tenían preparados más de cien kilos de dulces para esta Semana Santa.

Finalmente han podido dar salida a su trabajo gracias a que el ayuntamiento los ha comprado, según relata su madre priora, sor María Reina.

"Somos monjas, pero somos personas, estamos preocupadas", ha asegurado esta religiosa, natural de India, hasta donde llegan las videollamadas que realizan algunas hermanas para mantener el contacto con sus seres queridos.

Al convento también llegan muchas peticiones de oración por familiares afectados por el coronavirus y llamadas posteriores comunicándonos "que están mejorando gracias a Dios".

A su juicio, los que están en su casa confinados están haciendo "un gran sacrificio" pero muestra su confianza en que "todo se pasará, con mucha esperanza y fe".

"Ya llegará el buen tiempo, hay que tener paciencia", ha asegurado.

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