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Sevilla

Pico Reja: desenterrar el olvido

La empresa Aranzadi explica a los familiares de los represaliados en el golpe militar del 36 cómo se harán los trabajos de exhumación de los restos

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  • Reunión de familiares de Pico Reja con la empresa adjudicataria de los trabajos de exhumación. -

El Salón Colón del Ayuntamiento estaba ayer lleno de personas (y no era ni día de Pleno ni de presentaciones institucionales), pero desde el otro lado de la puerta pareciera que no hubiera nadie. Tal era la atención y expectación con la que decenas de familiares de los represaliados en el golpe militar de 1936 que fueron arrojados a la fosa de Pico Reja, en el cementerio de San Fernando, escuchaban los pormenores técnicos de una actuación que llevan anhelando años. Demasiados.

El equipo de Aranzadi, adjudicataria de los trabajos de exhumación por algo más de 1,2 millones, les explicó que, durante diciembre, se harán trabajos preparatorios de manera que “en enero, puedan empezar ya las exhumaciones en sí”.

La intervención es compleja y abarcará cuatro años, pero “si lo podemos recortar, mejor. Los familiares mayores no pueden esperar más. Hay que comprenderles”, señaló Francisco Echevarría, profesor de Medicina Forense y miembro de Aranzadi. María Dolores García Romero, de Lebrija, es nieta y sobrina de fusilado. Su tío, Juan Romero Cordero, fue de los primeros que fusilaron porque “era de la CNT”, recuerda. Las investigaciones de historiadores como José Díaz Arriaza sitúan al tío de María Dolores y a cientos de sevillanos represaliados (entre ellos, Blas Infante, padre de la patria andaluza) los primeros días después del golpe en la fosa de Pico Reja.

“A mi abuelo, que lo mataron dos meses después que a mi tío, lo metieron en la fosa Monumento”, también en el camposanto . Al término de la reunión, María Dolores reconocía que el de ayer fue “un grano de arena importantísimo” después de 20 años en los que “éramos casi clandestinos”.

“Un grupo de personas empezamos entonces -continúa- a mandar un telegrama de lunes a viernes a Chaves (expresidente de la Junta) para pedirle que abriera la fosa. Luego seguimos con Griñán (también expresidente)”. El Ayuntamiento confirmó a las familias que, a medida que se vayan identificando cuerpos, se les irán entregando. “Me he llevado esa alegría, porque ya se me han muerto hermanos y primos. Quedamos pocos. Ojalá mi tío sea de los primeros, aunque lo importante es sacar los restos”.

La alegría de María Dolores era compartida por Miguel Guerrero Larios, cuyo abuelo, Miguel Guerrero González, integrante de la columna minera que vino a Sevilla el 19 de julio de 1936, fue capturado en la Pañoleta y fusilado en Amate el 31 de agosto. En su caso, existe la “incertidumbre” de que su familiar no esté en Pico Reja sino en Monumento, pero Miguel da por buenos los trabajos en aquella fosa aunque allí no esté su abuelo.  

María Dolores y Miguel coinciden en agradecer al Ayuntamiento el respaldo. “Nuestro deseo es que se siga reparando la  memoria”, afirman en alusión a los partidos políticos que cuestionan la necesidad del movimiento memorialista. Quien no lo cuestiona sino que lo exige es la ONU. Observadores internacionales estarán presentes en Pico Reja, adelanta Echevarría, que reconoce la complejidad de los trabajos.

Los restos se compararán con los 300 perfiles genéticos obtenidos. Ese trabajo de laboratorio se hará en la Universidad de Granada. El estado en el que se encuentren va a venir determinado por el uso de la cal y por las reutilizaciones del terreno propias de un cementerio. “Los enterradores han podido desvaratar cosas. Ésa es la incógnita”, reconoce Echevarría que, tras 20 años de experiencia, recalca el respaldo democrático a unos trabajos en los que las familias, sus recuerdos y sus derechos, son lo que se desentierran. 

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