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Jerez

No son ‘‘vagos’’, solo niños que sufren TDAH

El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad es un desorden neurobiológico común del que aún se pone en duda la veracidad de su diagnóstico

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  • Rosa Chaves, presidenta de la Asociación, ante la sede actual de la AFHIP, que se encuentra en Jerez. -

La desinformación campa a sus anchas en todos los ámbitos, y el colectivo de personas que sufren el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tampoco están exentos de ello. Un trastorno bastante común, pero que al mismo tiempo resulta desconocido, puesto que aún hay ciertos sectores dentro de la comunidad científica que, aún minoritarios, ponen en cuestión su existencia: dudas que surgen por la dificultad de encontrar criterios y herramientas fiables para realizar un diagnóstico adecuado. Lo cierto es que la existencia de un desorden neurobiológico no debe ser motivo de debate en la palestra pública, y sí ser objeto de investigación y deliberación científica. “La falta de información lo único que genera es retraso en cuanto a la concienciación social de este trastorno, lo que puede llevar a una intervención tardía o una falta de tratamiento en las personas que lo padecen”, sentencia Rosa Chaves, presidenta de la Asociación de Familiares de Niños Hiperactivos de la provincia de Cádiz (AFHIP).

Este trastorno que ahora parece preocupar más a la comunidad educativa y científica y del que tanto se está oyendo hablar en los últimos años, no es nada nuevo y, por supuesto, “ninguna moda”. “El TDAH tiene una larga historia, los primeros apuntes que señalan los síntomas de este desorden datan del siglo XVIII. Existir, ha existido siempre, quizás con diferentes nombres y sin diagnósticos eficientes, aunque es cierto que nunca se le había dado la importancia que requiere hasta ahora”, aclara Rosa Chaves.

La AFHIP nació en Jerez hace casi veinte años con el claro objetivo de informar y dar a conocer en todos los estratos de la sociedad las características de este trastorno, con el fin de conseguir una integración real a nivel escolar, familiar y social de los niños afectados por el TDAH. Una amplia trayectoria en la que, según su presidenta, “aún queda mucho por hacer. Por ejemplo, conseguir que las instituciones implicadas doten de un mayor número de orientadores a los centros educativos con el fin de conseguir un diagnóstico temprano y acertado”.

El TDAH, por tanto, es un trastorno y no una enfermedad. “Se desarrolla como un problema neurobiológico, es decir, se manifiesta clínicamente en algunas zonas del cerebro, ellos tienen el seno frontal de la parte izquierda menos desarrollada que la derecha. El TDAH, -no debe confundirse con TDA (trastorno déficit de atención sin hiperactividad)-, suele manifestarse de diversas formas; aumento de la actividad física, impulsividad, dificultad para mantener la atención, a menudo, desafortunadamente rezan como niños vagos, maleantes o incluso maleducados. Es muy importante destacar que no todos los niños con TDAH pueden presentar los mismos síntomas, de hecho, queremos concienciar a toda la comunidad educativa de que los niños con TDAH son muy diferentes entre sí”, aclara Rosa Chaves, quien además expone que existe un tratamiento multimodal para mejorar la calidad de vida de las personas con TDAH, “por un lado, encontramos el farmacológico dirigido al control de los síntomas como la hiperactividad o impulsividad, y por otro lado, psicológico y psicopedagógico, que se centra más en los problemas de conductas y aprendizaje”.

La dificultad clínica para realizar un diagnóstico acertado del TDAH, se acrecienta con la similitud que este trastorno tiene con otros más comunes. Es por ello, que las evaluaciones psicopedagógicas suelen comenzar a los siete años, aunque en algunos casos el diagnóstico se puede realizar de una manera más precoz. “Los últimos estudios proporcionados por la Federación Nacional de TDAH, señalan que existen de dos a tres alumnos en cada clase que están sin diagnosticar pero que padecen este desorden, y aproximadamente un 7% de la población sufre de TDAH y lo desconocen”, argumenta la presidenta de la AFHIP.

Uno de los problemas principales que acarrea el tardío diagnóstico de este trastorno es el fracaso escolar, así como también el bullyng por parte de los compañeros. “Como se desconoce, académicamente tampoco se le pueden aplicar unas medidas específicas adaptativas y el profesorado tiende entonces a condenar la distracción innata del menor”, explica Chaves, quien tuvo que digerir como una docente sentenció a su hijo, asegurando que “no llegaría a ser nada. Afortunadamente, eso no ha sido así. Mi hijo está terminando bachillerato. Hace unos años la historia difería bastante, cada vez que me entregaban el boletín de notas tenía que leer la objeción de se distrae con facilidad, y no dejan de ser niños  que poseen altas capacidades y que solo quieren ser aceptados”.

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