La frase que da título a esta película -y a la novela homónima autobiográfica en la que se basa que, quien esto firma sepa, no está publicada al castellano- se ha tomado de una carta atribuida a Dorothy Parker, en realidad falsificada por la autora y protagonista de esta historia, Leonora Carol Israel, recreando el brillante y corrosivo ingenio del modelo original.
Lee Israel (1939-2014), como era conocida, fue una ciudadana neoyorquina de familia judía. Inició una carrera como escritora freelance y biógrafa de personalidades tales como Katharine Hepburn o Tallulah Bankhead e incluso una muy controvertida de Estée Lauder ,no mencionada en esta adaptación cinematográfica, que provocó su descrédito y su bancarrota económica, emocional y existencial, a partir de la que comienza este relato.
Un relato ambientado en la Nueva York de principios de los 90, que se inicia cuando nuestra antiheroína, de 51 años, es despedida de su empleo por sus rudas maneras y su ausencia absoluta de saber estar. A lo que se añade que su agente literaria no parece interesada en su proyecto de biografía de Fanny Brice, una actriz de vodevil, y se niega a darle un adelanto mientras que debe tres meses de alquiler y su gata -“a quien quiere más que a todas las personas que conoce”- es anciana y está enferma, pero su clínica veterinaria rehúsa atenderla hasta que no pague la mitad de lo que adeuda. A lo que se añade su bloqueo en la escritura.
Es entonces cuando descubre su facilidad para ciertos delitos, como la venta y falsificación creativa de originales de cartas de sus autores-as y celebridades de cabecera. Y lo lucrativa que tal actividad ilegal resulta -permitiéndole saldar sus deudas y proporcionarle atención médica a su querida felina- dada la pasión por el coleccionismo en las librerías de la Gran Manzana.
Es entonces cuando conoce a una librera encantadora y sensible, aspirante a escritora. Es entonces cuando encuentra al cómplice perfecto en un caballero británico gay -ella es lesbiana- también amante del alcohol, de los bares y de los trapicheos con determinadas sustancias perseguidas. Es entonces cuando…
La escritora, guionista, actriz y directora Marielle Heller -cosecha del 79, cuyo muy premiado debut fílmico fue ‘Diario de una chica adolescente’ (2015)- sabe contarlo muy bien, en opinión de quien esto firma. Dota a esta historia de atmósfera, sutileza, inteligencia, diálogos brillantes, sensibilidad, matices, emoción, elegancia y alma. No hay transgresión en lo formal, pero sí un tono delicado, a ritmo de los preciosos blues que en ella suenan, al tratar unos hechos y unos entornos que, en otras manos, hubieran resultado melodramáticos o directamente paródicos.
A quien esto firma le ha resultado imposible sustraerse al encanto de su amor a los libros; a los espacios de lectura y descubrimiento; a los gatos; a las personas solas y diferentes; a la amistad; a un dandy tan adorable aunque desastroso como el que compone magníficamente Richard E. Grant, justamente nominado a los Oscar como Mejor Actor de Reparto; a una agente literaria tan lúcida y corrosiva como a la que da vida Jane Curtin y, sobre todos, a una mujer tan al límite, insobornable y querible como la gatófila protagonista que encarna Melissa McCarthy, justamente nominada a los Oscar como Mejor Actriz.
A su excelente guión adaptado, debido a Nicole Holofcener y a Jeff Whitty, justamente nominado al Oscar en su categoría, a su evocadora música, que firma Nate Heller y a la matizada fotografía de Brandon Trost. A…
No deberían dejarla escapar.