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La religiosa mutilada en el Congo asegura que no le da miedo si tuviera que volver

La hermana Presentación López Vivar, la religiosa española que el pasado 28 de octubre perdió las dos piernas cuando su misión en el Congo fue alcanzada por una bomba, afirmó ayer que si tuviera que volver, lo haría: ?Miedo no me da; si puedo ser útil, vuelvo?.

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  • Presentación López Vivar. -
  • Pide a la comunidad internacional que preste más atención al conflicto congoleño

La hermana Presentación López Vivar, la religiosa española que el pasado 28 de octubre perdió las dos piernas cuando su misión en el Congo fue alcanzada por una bomba, afirmó ayer que si tuviera que volver, lo haría: “Miedo no me da; si puedo ser útil, vuelvo”.


“Es una gracia de Dios que se me ha concedido seguir viviendo, y aprovecharé para seguir ayudando de lejos y para animar a otros a ir y decirles que no deben tener miedo”, dijo la religiosa en una conferencia de prensa para agradecer la atención y ayuda recibida.


López Vivar también expresó ayer su deseo de que la comunidad internacional preste más atención al conflicto en la República Democrática del Congo porque hay decenas de miles de desplazados “y llega un mínimo de ayuda, pero para tantos no hay, no hay comida”.


Enfermera diplomada, esta burgalesa de 64 años, trabajaba en el Congo desde hace 14 años, los últimos en el centro médico que el Instituto de Religiosas de San José de Gerona tiene en la localidad de Rutshuru, en la provincia de Kivu Norte.


La zona es el centro de los más graves enfrentamientos entre las tropas rebeldes del general Laurent Nkunda y las fuerzas militares del Gobierno de Joseph Kabila, en un conflicto que, según la religiosa “no está acabado, está sólo en una paz falsa”.

Es ahí donde las religiosas españolas mantienen un centro médico que “funciona casi como un hospital” y en el que llevan años atendiendo a los heridos de uno y otro bando, hasta el punto de que “todos los militares nos conocen por el nombre, nos aprecian y nos respetan”, ha explicado López Vivar.

 

Es por eso por lo que considera que la bomba que destrozó la casa en la que vivían cinco religiosas -tres españolas y dos africanas- y le dejó sin piernas “fue un error”, fruto de la “mala suerte” que supone que el edificio se encontrara “en mitad del campo de batalla ese día”.

 

“Gracias a Dios he sido yo sola la herida”, ha afirmado López Vivar, para quien también “es una suerte” que le hayan cortado las piernas por debajo de la rodilla, lo que le permitirá utilizar prótesis y no estar “siempre recluida”.

 

En la rueda de prensa también participó la hermana Urbana Sancho, superiora del centro destrozado, y quien recogió y acompañó a López Vivar primero al hospital de Médicos Sin Fronteras de Rutshuru, luego al de los Cascos Azules de la ONU en Goma, en helicóptero a Sudáfrica, a Pretoria, y en ambulancia a Johanesburgo, y finalmente en avión a Madrid.

 

Tras detallar el periplo, y preguntada por lo que piensa hacer ahora, Sancho responde sin dudar “ir al Congo; el mes que viene, si Dios quiere”, con la intención de reunirse con las otras religiosas del centro -que se encuentran refugiadas en la vecina Ruanda- y con las que espera reabrir la casa, porque el centro médico sigue funcionando con personal local.

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