El tiempo en: Torremolinos

El Gallinero

Diez años haciendo de su afición una profesión de altura

El joven artesano Alejandro Mariño cumple ya una década ganándose la vida con la realización de sus trabajos para agrupaciones del carnaval gaditano

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
  • alejandro mariño -

Pocas personas en Cádiz consiguen hacer de su pasión una profesión de futuro. Alejandro Mariño, con sólo 29 años  puede presumir de haberlo logrado. Aunque llegara por casualidad, lleva diez años dedicado a la artesanía en el Carnaval de Cádiz, siendo el más joven empresario de este gremio en la ciudad.

Su historia comenzó, en los preparativos previos al Carnaval 2008, “me llamaron para hacer el león de la chirigota ‘Los de la carpa’, de Javi el Ojo y las pelucas de la comparsa ‘ La escuela del carnaval’, de Jona, porque sabían que había hecho el año anterior  los gorros para la chirigota ilegal en la que salía por entonces”. En aquellos tiempos no pensaba dedicarse a esto, estudiaba Electricidad y trabajaba por temporadas en el departamento de mantenimiento de un hotel de la capital. Se comprometió con las dos agrupaciones y cumplió con ambas, realizando los encargos en su propia casa.

Al año siguiente su nombre empezó a cobrar peso cuando ‘El Canijo’ contó con él para realizar parte de los tipos de la chirigota ‘Las muchachas del congelao’ (2º premio del 2009). A partir de ahí, el joven dejó su trabajo y decidió tomarse como profesión lo que siempre hacía por afición.

Joven empresario
Al ver que agrupaciones punteras contaban con él para más cosas, se estableció en un pequeño local, donde afrontó el carnaval 2011 con gran ilusión. Tras algunos años de mucho trabajo se trasladó a una nave mayor en la zona franca en la que sigue con las mismas ganas de entonces, pese a “ser una profesión que quema mucho, al ver los resultados merecen la pena los meses de trabajo a destajo para sacarlo todo adelante”.  Y es que el trabajo de los artesanos que se dedican al carnaval tiene una carga de trabajo entre septiembre y febrero que pocos pueden asumir sin que les pase factura. Una de las pocas quejas que se escucha de la boca de Alejandro es que “los grupos, aunque el carnaval tenga una fecha temprana no empiezan a traerte las ideas y encargos hasta mediados o finales de septiembre y eso provoca que para poder llegar a tiempo tenga que realizar jornadas de más de 12 horas y , en alguna ocasión, he llegado a dormir en la nave para aprovechar más tiempo y no perderlo en ir a casa y volver”.

Por suerte, este año no ha sido así para él, de las agrupaciones que suele tener fijas cada año, la mayoría le han dado las ideas pronto “Vera se reunió conmigo en julio para contarme lo que quería hacer con ‘Los del planeta rojo... pero rojo, rojo’ y Desirée Quiñones, del Coro de los estudiantes también llegó pronto con la idea de Antonio Bayón sobre ‘La reina de la noche’”.

El contrapunto a esta premura en los encargos  lo puso Antonio Serrano ‘El Canijo’, que no tuvo la idea hasta finales de octubre, “en principio le tuve que decir que no podía realizarlo, pero finalmente estudié los distintos proyectos que tenía y pude hacerle un hueco para montarle las estructuras y dar las imprimaciones necesarias a los tipos de ‘No valemo un duro’.

Mariño bromea diciendo que ahora le trabaja a “la champions del carnaval”, sin duda entre sus clientes del carnaval 2017  hay agrupaciones de renombre: Canijo, Kike Remolino, Sheriff, Valdés o Vera, que junto al coro de Antonio Bayón, forman sus agrupaciones fijas de cada año. También trabaja para tres agrupaciones callejeras cada año: el coro de Luis Frade, la chirigota del Parchís y la chirigota en la que su hermano participa.

Pero habla con especial cariño de la agrupación de la cantera que ha contado este año con sus manos para llevar a la práctica su idea, ‘Las batallitas del Rey Sebastián’, que le encargaron las coronas que lucen y a quienes ha regalado el envejecimiento de los tipos “como muestra de apoyo a la cantera de nuestro carnaval”.

Pequeños sinsabores
Aunque tiene una muy buena relación con sus clientes, sí habla con cierta pena de aquellos que alguna vez menosprecian la labor de los artesanos. Explica que “hay quien cree que por pagar tiene derecho a humillar a quien está trabajando para él y ese tipo de actitudes no se toleran en mi taller, aquí nos respetamos o no hay más que hablar. También está quien piensa que esto lo puede hacer cualquiera y no está dispuesto a pagar el valor que tiene el proyecto que pretenden que realice para ellos”, ante esas situaciones siente pena y rabia, pero se mantiene firme en sus premisas de trabajo “no se abarca más de lo que se puede para ganar más, no se trabaja a cualquier precio y no se consienten humillaciones”.

Así le va bien hasta ahora, trabaja en lo que le gusta y no duda en no aceptar proyectos que no le motiven por cualquier motivo, “quizá en los comienzos tenía que coger cualquier cosa para despegar, ahora puedo permitirme el pequeño lujo de seleccionar muy bien quien lleva mi firma en sus tipos o escenografías”.

Más allá del carnaval
Durante los meses de marzo a septiembre, la actividad de Mariño Artesanos sigue adelante, hay un mercado de trabajo alternativo a la fiesta que permite la continuidad del negocio todo el año.

“Recibo encargos de colegios, fiestas de cumpleaños, bodas, comuniones y Cadenas de hoteles para realizarles trabajos personalizados”. Este ritmo de trabajo es más relajado que el de los meses de otoño, le permite tomarse algunos días de descanso tras el ajetreo del carnaval para recargar pilas y volver a la carga.

No hay disfraz para él
Es un gran aficionado al carnaval, en su taller mientras ultima detalles de las agrupaciones durante el concurso o afronta los encargos de sus callejeras, siempre suena carnaval, de fondo la televisión o la radio con la sesión del día anterior o con las agrupaciones que más le van gustando.  Es parte del ritual de creación de este artesano. Pero esa creación no llega a él mismo, después de meses trabajando “no quiero perder un día en realizar ningún disfraz para mí, así que cada año me pongo el tipo de la agrupación anterior de mi hermano y listo.

Este año, que por primera vez, tengo algo de material sobrante de las agrupaciones que he hecho, quizá haga algo diferente, pero de momento pienso mantener la tradición de heredar de mi hermano mayor”.

Alejandro es todo un ejemplo de que querer es poder y que con un poco de esfuerzo y ganas en Cádiz se puede vivir de la artesanía del Carnaval. Desde aquí le dese

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN