Existe un vacío documental sobre la sanidad e higiene sevillana durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Pero sí conocemos que en 1900, Sevilla ocupaba el tercer lugar mundial en mortalidad, solo superada por las ciudades hindúes Madrás y Bombay.Una triste noticia. A comienzo de la centuria del siglo XX la esperanza de vida sevillana apenas superaba los treinta y cinco años.
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Las causas de que la tuberculosis, el reuma, el paludismo y las hepatitis, enfermedades endémicas poco conocidas por entonces, causaran efectos devastadores eran varias y casi todas tenían su origen en las riadas del Guadalquivir y sus afluentes, que mantenían las humedades en las antiguas casas de vecinos, los populares corrales de los barrios históricos, construidos con adobe.
Luego estaban las entonces desconocidas enfermedades profesionales que se extendían ante la ausencia total de medidas de seguridad e higiene en el trabajo. Seguía una falta de higiene escandalosa, pues la gente apenas se lavaba; en los corrales una vez a la semana en un baño de cinc con agua calentada al sol… La promiscuidad en los corrales también propagaba todo tipo de enfermedades. La falta de alcantarillado agravaba la sanidad e higiene públicas. Y tampoco estaba garantizada la potabilidad de toda el agua que abastecía a los sevillanos.
A estas causas, hay que añadir una alimentación deficiente. Y como complemento de todo este panorama negativo, una medicina decimonónica que hasta la llegada de la penicilina, a mediados del siglo XX, no podía luchar contra las infecciones. Las enfermedades venéreas, una plaga, solo podían ser contrarrestadas con sulfamidas.
La gente pobre, que por entonces suponía dos tercios de la población, solo tenía las Casas de Socorro como primera estancia sanitaria, y el Hospital de las Cinco Llagas para ir a morir.
La realidad sociológica sevillana estuvo prácticamente desconocida hasta que el doctor francés Felipe Hauser publicó sus dos tomos sobre Medicina, Higiene y Antropología sevillana a finales del siglo XIX. Más aún, todavía no hay documentación sobre esa época que supere los estudios del médico francés.
Otra fuente fiable la ofrece el ensayo del doctor Antonio Pulido, director general de Sanidad en 1900, que realizó en 1903 un estudio de la sanidad e higiene sevillana para imponer la construcción del alcantarillado, a lo que se opuso la organización de propietarios de Sevilla, que le apedreó cuando vino a Sevilla en tren y tuvo que continuar hasta Cádiz.
La Medicina inició una nueva y decisiva época con el descubrimiento de la penicilina por el doctor Alexander Fleming, al que Sevilla, agradecida, le dedicó un monumento que ahora se encuentra delante de la Facultad de Medicina.