Comen pactos de Bruselas, excretan silencios cómplices. PP y PSOE coinciden en lo sustancial: su rechazo a una política europea que comience a olvidarse de nuestras miserias estructurales so pretexto de esa demostrada fama de manirrotos a la que nos hemos hecho acreedores en los confines de la eurozona. Rajoy y Rubalcaba, un par de tristes, en su acepción jienense más rural, reconocen al unísono sentirse defraudados por la ruindad de unos bancos, que pese a la ingente cantidad de dinero público inyectado para sacarlos del callejón sin salida al que les condujo su desmedida avaricia, que no terminan de favorecer la reactivación del crédito a las pymes. Da pena verles actuar. Pero para hurgar en mayor medida en esa tristeza, el fin de curso en el cole y las expectativas de miles de niños de nuestra tierra que, sin comedor escolar, sin bolsita diaria de la Junta para merendar y desayunar, agravarán la siniestra estadística de malnutrición infantil asociada a la puñetera crisis económica. Niños pobres, condenados a dietas carentes de hierro y proteínas, a base de macarrones, latas y conservas, que alimentan el odio a la diferencia, dejan de rendir en clase y aprenden a interiorizar los mismos traumas que sus padres, paro y desahucio sobre todo, hasta caer –por empática emulación- en profundas depresiones, impropias de su corta existencia.
Aun así, no era esta la excusa de la pintoresca visita que el pasado sábado giró a Jaén la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, sino anunciar la creación de una fantasmagórica red de centros de atención y acogida a mujeres maltratadas en el ámbito rural. Creía ingenuamente que esta prototípica dirigente de la derecha pija, gürteliana, no se atrevería a pisar territorio andaluz mientras se mantuviesen vivos los ecos de las hirientes descalificaciones que profirió durante los últimos años acerca del nivel educativo de nuestros hijos (Los niños andaluces son “prácticamente analfabetos”. 2008) o a propósito de la adopción de medidas contra la exclusión social (Andalucía no es modelo de nada al ser la comunidad autónoma “líder en recibir ayudas del Gobierno, y en paro”. Abril de 2013). Después de tamañas perlas, sólo el PP de Jaén sería capaz de ejercer de anfitrión de semejante invitada.
Salvado el engorro, apenas unas horas después, el autodeclarado administrador concursal del Ayuntamiento de Jaén, Fernández de Moya, se centraba exclusivamente en deleitarse con el simpar espectáculo del desfile procesional de las cofradías jaeneras que no pudieron hacer estación de penitencia por las inclemencias meteorológicas durante la reciente Semana Santa, bajo el título de “Retablo de nuestra fe”. Once pasos en la calle, calor estival y consecuencias circulatorias horas después. Mañana dominical. En la empinada Jaén, la cera derretida hizo patinar a coches y motos, provocando enfados morrocotudos. Gafes del santo oficio.
Entre dos amores
Polonia. Cercana misión promocional desde Jaén con destino a Varsovia. Del Santo Reino a la muy católica Polonia. Entre las instituciones indispensables en la delegación jienense, por descontado, Diputación. La actual pareja de la diputada de Promoción y Turismo, Ángeles Férriz, empresario de éxito, pasa temporadas por negocios en ese país. Casual y feliz coincidencia que nos sitúa en la difícil conjugación de la vida personal y profesional en cualquier dirigente. Recién colegiada, la letrada Férriz deberá decidir pronto si el cuerpo le pide volver a pugnar con el popular Gallarín por la alcaldía de La Carolina. Si se impusiera en Férriz, a la postre, un cambio de vida, en Hurtado barajan a otra Ángeles, la delegada de Salud de la Junta, carolinense adoptiva, Jiménez Samblás, como relevo en el cartel electoral. FDM. Primero fue el portazo en la Cámara; luego, sus crecientes responsabilidades en la patronal de los concesionarios, Faconauto. Con dos casas, una en Madrid y la otra en Linares, el presidente de la Federación del Metal, Gerardo Pérez, podría formalizar su dimisión en breve. El vicepresidente primero, el galduriense Francisco Pastrana, llamado a sustituirle, no parece comulgar en exceso con el incombustible secretario general, Ramón Calatayud. Veremos.