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España

?El mejor amigo?

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Lo escrito en otras ocasiones: el grado de civilización de un país también se mide por cómo trata a los animales. Desgraciadamente en esta asignatura los españoles sacamos suspenso. En esta ocasión no me voy a referir a esas fiestas brutales donde la gente se divierte tirando una cabra desde un campanario, o martirizando a un pobre becerro, sino a los animales de compañía. Y es que estas fechas navideñas, son muchos los niños que piden a los Reyes Magos un perro como si de un juguete se tratara, y los padres llevados por el deseo de complacer a sus retoños compran un perro como si de una play station se tratara.

No pasan muchos días sin que a los niños se les pase el entusiasmo por el perro y los padres empiecen a despotricar porque el cachorro rompe la pata de una silla, ensucia el sofá o hace cualquier trastada. Pero lo peor no es eso, lo peor es cuando llega el verano y el momento de irse de vacaciones. Entonces esos honorables padres y madres de familia sin ningún reparo cogen al perro, lo meten en el coche y lo sueltan en cualquier carretera, lo suficientemente lejos para que el perro no se oriente y pueda volver a casa. Y esa noche esos desalmados duermen tan tranquilos.

Hay organizaciones que cuidan a los animales como El Refugio, donde les acogen y les buscan una nueva familia. Pero no dan a basto en sacar adelante tantos animalitos abandonados, a veces maltratados y torturados por sus bestiales amos. Por eso me parece importante llamar a la reflexión de aquellas personas que están a punto de sucumbir al deseo de sus hijos de que los Reyes Magos les traigan un perro. ¡Por favor no lo hagan! No lo hagan si ustedes no son amantes de los animales. No lo hagan si no han inculcado a sus hijos que un perro es un ser vivo, no un juguete. No lo hagan sino tienen espacio en su casa. No lo hagan si creen que no se van a poder ocupar del perro, es decir cuidarle, mimarle, quererle, llevarle al veterinario, darle de comer, sacarle al menos tres o cuatro veces al día para que haga sus necesidades. No lo haga si para usted es un problema llevarle de vacaciones. No lo haga si de verdad no le gustan los animales.

El espectáculo que verano tras verano vemos en las carreteras y en los alrededores de las ciudades es desolador. Cientos de perros son abandonados a su suerte. Muchos terminan muertos en la carretera, otros enfermos, los que más apaleados o en una perrera donde terminan con su existencia. En este país harían falta unas cuantas campañas de sensibilización hacia los animales, de educación en definitiva, porque habría que educar a los niños en las escuelas enseñándoles a respetar a los animales, y de paso esa educación habría que ampliarla a algunos padres. Insisto, un perro no es juguete, de manera que abstenerse de comprarlos todo aquel que no sepa ver en la mirada de un perro al mejor amigo del hombre.

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