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30/06/2024  

Punta Umbría

La luz y la elegancia de Gades resucitan en el Teatro Real en ?su? año

El baile flamenco se templa ahora con aires barrocos, de esos que van a cabezazo por segundo, muy lejos del que profesaba Antonio Gades.

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 El baile flamenco se templa ahora con aires barrocos, de esos que van a cabezazo por segundo, muy lejos del que profesaba Antonio Gades, la catedral de la contención y la intención, y a quien el Teatro Real homenajeará en su año, es decir, en el que este transgresor cumpliría los 75.

La directora de la Fundación Antonio Gades y viuda del bailarín y coreógrafo, Eugenia Eiriz; la directora artística de la Compañía Gades, Stella Arauzo; varios de sus bailarines; el director del Real, Miguel Muñiz, y el intendente del coliseo, Gerard Mortier, presentaron ayer el “acontecimiento”, más que programa, en el que se “resucitará” buena parte de su obra.

Entre hoy y el próximo 13 de mayo, el teatro ofrecerá Fuenteovejuna, Carmen, Bodas de sangre y Suite Flamenca; una exposición de obras de Antoni Miró basada en retratos del alicantino y varios debates y funciones pedagógicas.

Además, el nuevo sello del Real grabará en DVD cuatro de sus cinco ballet, protagonizados por la compañía que lleva su nombre, “un hito” no sólo en el trabajo de Gades sino en la historia del flamenco, según Eiriz, y que distribuirán internacionalmente a partir de octubre.

Es, subrayó la directora de la Fundación, una visión sobre el trabajo de Gades “de gran envergadura” que les gustaría completar el año próximo con el montaje de Fuego, la transición entre Carmen y Fuenteovejuna, pero, admitió, “cuesta un congo”.

Otro de sus grandes proyectos es crear una Escuela Antonio Gades, para la que ya tienen director y emplazamiento, en la localidad madrileña de Getafe, donde reside la Compañía y la Fundación, aunque Eiriz no quiso adelantar ningún detalle más.

La tercera generación de profesionales que baila sus coreografías milita en la misma geografía del movimiento de Gades, en la ética y estética que gobernó siempre a esa catedral del baile sin pretender imitarle, y mucho menos reemplazarle, porque era “un ser único”, según Arauzo, que trabajó con él desde los 17 años.

Su filosofía, sintetizaron ella y Eiriz, residía en la humildad, el trabajo y la disciplina, en el “poquito a poquito”, en el ritmo moroso y los avances dilatados, porque, como él decía, “lo importante es lo que hay entre paso y paso”.

Para ellos es “un sueño” llegar al Real con la compañía seis años después de la muerte de su fundador –el 20 de julio de 2004–, un “transgresor” que se “estiró”, terminó con los movimientos de “redondeo”.

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