La mágica belleza de Zahora, sus idílicos atardeceres, su electrizante horizonte que se adentra en las pupilas dando forma al infinito, su onírica playa de arena gruesa y dorada, atrajeron al ser humano desde que caminaba sobre la vereda temporal del paleolítico, asentándose en su curvatura de puro paraíso salvaje y natural. En Zahora se esconde el templo en el que los romanos adoraban y se postraban ante la diosa Juno, reina coronada de los dioses y el cielo… es Zahora un lugar para contemplar… o como decían los antiguos griegos théatron, palabra que se derivó al latín como theātrum y que llega hasta nuestros días como Teatro… Y fue en la edad Clásica de Grecia cuando creció el universo de la tragedia y la comedia, y Esquilo y Sófocles introdujeron un segundo y tercer actor a la acción de la obra, lo que dio a “ésta una complejidad que hacía necesaria la creación de mayores escenarios. Para ello se erigieron grandes teatros de piedra” que se disponían en forma semicircular las gradas que rodeaban el escenario… al que denominaron teatro, un espacio para contemplar…
El hecho de que cada cierto tiempo cambiara la dirección artística “es positivo porque cada uno aporta ideas nuevas, iniciativas distintas… y es que en realidad es como una gran familia, con sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas”Y de magia y teatro es de lo que vamos a hablar hoy. Y de Zahora y de esas personas que crean lo imposible porque simplemente así lo desean… Y de una piscina que se negó a tener agua porque soñaba con versos, actos, acordes e imágenes en movimiento. Y de unos árboles que la rodeaban para dar la bienvenida al espectáculo de las noches de verano. Para hablar de cómo el arte se asienta sobre unas gradas de piedra al amparo de las estrellas y la brisa que se debate entre la bravura del océano y piel de la corteza de los pinares de la Breña. Hablamos de Luis de Rojas, de su legado… hablamos de Yeyo Guerrero, Amanda Díaz de Espada, Sergio Román, Ana Morales y Jorge Lalinde… hablamos de Ignacio Andreu, Gaby Serrano, Charo Urbano y María José Mera. Hablamos de Emma de Rojas, la niña que se pasó la infancia nadando entre la dramaturgia, el cine y la música en la piscina que nunca fue porque su abuelo así lo soñó, lo quiso y lo hizo… la piscina que se convirtió en el Anfi Teatro de Zahora y que este verano conmemora diez ediciones, diez programaciones para llenar de cultura el estío de esta esquina, magnética y seductora, del litoral gaditano.
Y sobre esta historia hablamos con Yeyo Guerrero, Amanda Díaz de Espada, Sergio Román, Ana Morales, Emma de Rojas y Jorge Lalinde…
La piscina que quiso ser teatro
“La idea” de construir el Anfi Teatro de Zahora “fue de Luis de Rojas que estaba construyendo estas casitas mágicas” que comparten parcela con la instalación… En un momento dado, tras un trato con quienes iban a gestionar las viviendas, se “hizo un boquete” para albergar una piscina… pero por distintos motivos que no vienen a cuento, ese ‘boquete’ se quedó ahí durante “muchos años”… hasta que, tras adentrarse Luis en el mundo del teatro aficionado, éste comentó a sus compañeros y compañeras de La Barruntera, compañía dirigida por Charini, que les iba a hacer un teatro…
Él actuaba pero “su pasión era la construcción. Era un visionario, con mucha imaginación y fue poner la primera piedra” en el boquete de la piscina “para que lo convirtiese en los asientos del Anfi Teatro” al que hoy rendimos homenaje”.
Luis, natural de Castellón, era conocido en Zahora como Luis el madrileño, y fue uno de esos pioneros que llegaron a la zona y supieron al instante que era un paraíso, un rincón único con un futuro tan intenso como su propio pasado…
Ya con el graderío construido, faltaba darle contenido al sueño y aquí aparecen en escena Amanda Díaz de Espada y Yeyo Guerrero a la primera la animaron (Cate) a conocer el espacio que Luis había construido e hizo lo propio con Yayo… “Les presenté y ahí los dejé, aunque luego me dijeron que me quedara para echar una mano…”. Hablamos del año 2015…
Yayo había estudio Arte Dramático en Madrid, donde estuvo viviendo veinte años y donde había creado una compañía de teatro, pero, cosas del destino, llevaba dos años residiendo en esta costa… Tras el encuentro con Luis surgió una amistad y el compromiso de dirigir la que sería la primera programación veraniega del Anfi Teatro que nació de una piscina… Yayo aportó su alma teatral y le dio forma a la escena… incluso con un telón isabelino… Era febrero y “no paré, trabajé a destajo”, no solo para conformar una programación, sino para crear la marca, el logo, la imagen corporativa e incluso la confección de unas camisetas…
“Sí, en el primer encuentro con Luis me fijé en los árboles y él me habló de ellos, así que me sirvieron de inspiración para el logo…”.
El día de la inauguración, el 10 de julio de 2015, fue todo un éxito… el aforo de doscientas personas se completó, bajo los asientos de piedra se agolpaban los niños... de miércoles a domingo, con flamenco, teatro, cine, circo…
La magia no es sencilla. La magia cuesta crearla… Poner en marcha esa primera programación, al igual que mantenerla durante diez años, ha costado sudor y lágrimas, entremezclados con momentos inolvidables ahítos de esa sonrisa cansada que se despierta cuando se actúa con toda la pasión que vive en las entrañadas de esas personas apasionadas por lo que hacen. “Sí, costó y en septiembre me escapé (risas)”, rememora Yeyo.
La acogida del público fue, y sigue siendo espectacular… claro que ha habido noches de lleno absoluto y otras algo más desangeladas pero igualmente mágicas… “No es fácil mover a la gente pero menos es más y bajo esa premisa se decidió eliminar los miércoles de la programación”.
El sueño se consolida
Mientras en el escenario el arte abría y cerraba el telón creando sueños en las noches de verano, “Cate comenzaba a dibujar el ambigú… al principio trayendo comida desde su casa, mientras que la idea era servir pipas y refrescos durante los descansos”… con una máquina de palomitas tramitando la metamorfosis de los granos de maíz…
Amanda cogió las riendas e introdujo su amor por el séptimo arte a la programación con el Festival de Zahora en Corto, sin merma del teatro y la música… Ana Morales también dejó su sello tanto en el ambigú como en la programación de los años siguientes… al igual que Gaby Serrano, quien sacó adelante el verano de la pandemia… La colaboración de Ignacio Andreu fue crucial en determinados momentos, al igual que el apoyo de Sergio Román, tanto desde su papel de concejal de Cultura como desde su pasión por la cultura y el mundo del teatro.
Román recuerda que “cuando llegué (en 2015, cuando era concejal) me quedé alucinado” porque el lugar y porque “era un brazo cultural” que daba contenido a toda esta zona de la costa… Desde sus inicios “he apoyado esta iniciativa”, incluso se llevó a elaborar un convenio que no prosperó por cuestiones ligadas a las realidades urbanísticas… aún así, “colaboramos en todo lo que pudimos y hasta el día de hoy les doy mi apoyo en todo lo que me sea posible” y es que “este es quizás el único espacio escénico que hay en el término municipal de Barbate, quitando el Salón Multiusos que no es un teatro en realidad”.
Sergio tiene claro que es necesario dar apoyo público a estas iniciativas que nacen desde lo privado, desde la pasión de lo privado, desde la tenacidad de lo privado… y es que “si todo el mundo hiciera un teatro en lugar de una piscina”, este mundo sería distinto para mejor.
Una gran familia...
El hecho de que cada cierto tiempo cambiara la dirección artística “es positivo porque cada uno aporta ideas nuevas, iniciativas distintas… y es que en realidad es como una gran familia, con sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas” pero gracias a esa gran familia “cada uno hace su trabajo para que cada verano continúe abierto y atraiga espectadores”… y aquí Charo Urbano y María José Mera han tenido un protagonismo especial y por eso no dudan en agradecérselo… como a todos los socios y socias que incluso aportan dinero para que el sueño de la piscina que quiso ser teatro nunca se despierte.
Ahora la programación está en manos de Jorge Lalinde, un profesional del teatro y el cine que decidió dejar Madrid y venirse a la zona para comprarse una parcela y escribir una novela… Y cuando una amiga polaca que es actriz supo de dicha aventura, le dijo que tenía que ir a ver el Anfi Teatro…
Ya sin Luis, que perdió la batalla contra el cáncer hace dos navidades, Jorge conoció a la familia, que venía de tener un desacuerdo que amenazaba con dejar huérfano de programación al Anfi Teatro de cara a este verano. Pero al destino le encanta la magia, sí, pero aún más las casualidades… y tras una propuesta se cerró un trato con el que Jorge asumió la dirección artística… “Cuando vine me quedé alucinado con el espacio, con la belleza del lugar, con la energía, con el esfuerzo que los históricos (los anteriormente citados en este artículo) han hecho para que se mantenga durante diez años”.
El futuro se sigue soñando
Jorge aporta su experiencia y su energía… y desde el pasado 28 de junio y hasta el próximo 1 de septiembre, ha logrado, con el apoyo de los históricos y de la familia de Luis, una programación compuesta por 38 espectáculos y con un momento clave como el 10 de agosto cuando se conmemorará los diez años de vida con una fiesta y la actuación de la gran guitarrista y compositora Antonia Jiménez… “un lujo en toda regla”.
Quienes han actuado aquí no dudan en reconocer que es un lugar mágico… lo es de día pero por la noche “esa sensación se multiplica. Es un lugar donde la gente se siente muy cómoda”, un lugar donde el público sabe que está en un sitio especial y cuando hablan de él le brillan los ojos. Un lugar en el que los actores y actrices, en el que los artistas notan que existe una energía especial y donde el espectáculo se crece y luce mucho más. Es subirse al escenario y notas que te agrandas”.
Luis fue el creador gracias a su fuerte personalidad y a su calidad de visionario… “Él está aquí, el Anfi es Luis”, señalan mientras no pueden evitar que se humedezcan las miradas bañadas de sus recuerdos… “Lo imposible lo hacía realidad gracias a la energía que desprendía”.
Hay música, teatro, cine…. Habrá danza porque hay futuro… se ampliará la corbata del escenario, se modificará la entrada para que sea aún más mágica, se realizarán campañas, se formalizará la asociación, se ampliará la temporada que pretende comenzar en marzo, se incluirán ciclos de festivales específicos… Jorge sueña despierto al son de la piscina que hoy es un teatro y también denota tener la pasión clavada en las entrañas… el destino así lo ha querido y ha conjugado sus verbos para dejar atrás el imposible que nunca detuvo a Luis…
Su nieta, que es como si fuera su hija, que es metáfora pura del futuro, vislumbra la adolescencia sabedora de haber vivido una infancia única… Ella y Gilda “han visto todas las obras, todos los espectáculos…”. Ella asiente… “me sé todas las obras”. Sonríe… y sonríe aún más al saber que el espectáculo continúa un verano más… “me daba pena que se parase” porque es el legado de Luis, de su abuelo… “este año siento que ha crecido aún más”… sonríe tímida mientras escucha que me dicen que incluso ya ha ejercido de técnica en alguna obra… Es el legado de Luis, es el alma de los históricos, es el presente de Jorge, es el sueño de una piscina que quiso ser teatro, que quiso llenarse de arte y cultura y no de agua con cloro… es el Anfi Teatro de Zahora que cumple ya diez años llenando de sueños las noches de verano de esta privilegiada esquina, magnética y seductora, donde la brisa juega entre el océano y los pinares, y la magia sedujo al humano desde los tiempos del paleolítico.