En España hay más plazas de toros que pistas de hielo donde se practica patinaje, hockey o curling. También hay más plazas de toros que campos de béisbol, velódromos, hipódromos, canchas de polo o de críquet.
En este país hay más gente toreando que practicando el deporte del skeleton. Por no decir que el escalafón de matadores acumula más nombres que la clasificación general de esquí alpino en España.
Allí donde no haya una plaza de toros de obra subsidiariamente se podrá poner una portátil o habilitar un recinto. Y siempre se podrán soltar reses por las calles para correrlas, llevarlas del campo a la plaza y así hasta enumerar un catálogo bastante amplio de lo que es la tauromaquia en su conjunto más allá de la lidia en el ruedo en un festejo formal. Sólo hay que remitirse a los siete días que duran los encierros de Pamplona para constatar que eso es así.
Pero no, hay quienes proclaman que en este país la tauromaquia se reduce a una minoría irrelevante. El ministro Urasun, en su convencimiento radical de odiador profesional, suprime aquello que no le gusta. Lo paradójico es que lo hace militando en un partido que lleva por nombre Sumar, y en su acción individual procede en la línea totalmente inversa: restando, quitando, aniquilando, disminuyendo, descontando y destruyendo.
Su odio le tapa los ojos, como a los caballos de picar, para no ver esa otra realidad que él no conoce. Como sucede a quienes te dicen que a los toros cada vez va menos gente y no interesa, pero te lo dicen sin sentarse en un tendido en toda la temporada. O sin asomarse tras de una talanquera para ver pasar la bravura de las reses por la vía pública. Esto último se olvida y es ahí donde está uno de los valores de la tauromaquia: es el único espectáculo donde el espectador no se limita a la contemplación y puede participar activamente de él de forma espontánea y natural. El público de toros no sólo pasa por taquilla, también se incorpora al espectáculo y participa de él en libertad y comunidad cuando este es popular.
Y es ahí donde se pone el punto final a muchas de las milongas que nos cuentan individuos como este político que ha sacado las tijeras de recortar lo que a él no le gusta y ni siquiera conoce.
En Jaén llevamos solapando semana tras semana festejos en Beas de Segura, Arroyo del Ojanco, Úbeda, Baeza, Ibros, La Carolina, Baños de la Encina, Torres de Albanchez, Santisteban del Puerto y lo que quede. A ellos están asistiendo en masa todo ese público que nos demuestra que la tauromaquia está muy viva pese a que nos quieran trasladar un mensaje opuesto. A lo mejor lo minoritario es bastante mayoritario.