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Un proyecto propone a los parados de EEUU que sean ?inversores amables?

?Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños?, dice Vivien Leigh en la memorable escena final de Un Tranvía Llamado Deseo. Un nuevo proyecto altruista propone ahora eso a los alrededor de 15 millones de desempleados de EEUU: ser amables con gente a la que no conocen.

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“Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños”, dice Vivien Leigh en la memorable escena final de Un Tranvía Llamado Deseo. Un nuevo proyecto altruista propone ahora eso a los alrededor de 15 millones de desempleados de EEUU: ser amables con gente a la que no conocen.

El promotor de la idea es Reed Sandridge, un joven de 36 años que decidió dar 10 dólares diarios durante un año a un desconocido tras perder su trabajo en septiembre del 2009 y que ahora “recluta” a “inversores amables”.

“Una de mis mayores presiones entonces era el dinero y pensé que la forma de superar ese sentimiento era hacer algo completamente contrario, regalar efectivo, y liberarme así de la sensación de ser un prisionero de este sistema en el que todo gira alrededor del dinero”, explicó Sandridge.

Armado con ahorros para vivir un año y algunos fondos restantes, comenzó a dar 10 dólares a un extraño el 15 de diciembre del año pasado, coincidiendo con el aniversario de la muerte de su madre, a la que describe como “la mujer más generosa” que él ha conocido.

La experiencia, que se recoge en el blog Year of giving (Un año de regalos), resultó “un acierto”.
“Cuando uno está desempleado puede llegar realmente a deprimirse y otra gente a mi alrededor sin trabajo se sentía mal pero yo estaba feliz porque cada día salía de casa y conocía a gente que compartía su historia conmigo y que después yo compartía en mi blog”, recuerda Sandridge, que ahora trabaja para una ONG en Washington.

No todo fue coser y cantar. La desconfianza hacia la amabilidad de los extraños en los ambientes urbanos, sobre todo si se te acercan para ofrecerte dinero, fue uno de los problemas.

De hecho, la primera persona a la que se acercó para ofrecerle 10 dólares lo mandó al diablo y la segunda le dijo que no necesitaba el dinero, pero el tercero, Knox, un limpiabotas, aceptó el regalo.

Conoció a otras muchas personas, entre ellos numerosos vagabundos, que compartieron con él los momentos más felices y los más tristes de su vida.

Sandridge reconoce que 10 dólares no pueden cambiar la vida de nadie pero asegura que su experiencia ha tenido un positivo efecto multiplicador.

“A lo largo de este año he recibido más de 10.000 correos electrónicos de gente en todo el mundo que dijo haber encontrado inspiración en mi historia y aseguraron querer hacer algo parecido”.

Ahora se ha embarcado en la segunda parte del proyecto: reclutar a otros desempleados para que hagan durante una semana lo que él hizo durante un año.

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