A la hora de tapear, conseguir llegar a una barra para pedir alguna consumición era una misión imposible en la práctica totalidad de los locales del centro de la ciudad. Los pubs y locales de ocio se preparaban, mientras tanto, a puerta cerrada, para el aluvión que les esperaba desde primera hora de la tarde.
Y así, continuando el ritual repetido de año tras año, las calles del centro de Algeciras volvieron a convertirse en un hormiguero de jóvenes dispuestos a celebrar la llegada de la Navidad con la mejor de las sonrisas, la mejor de las disposiciones y con la bandera de haber convertido esta fecha en una fiesta inigualable en el panorama nacional.
De hecho, el buen estado de salud del que goza la celebración fue respaldado ayer por la Policía Local, quien puso de manifiesto la “absoluta normalidad” con la que se celebró la fiesta, y la ausencia total de incidentes.
Un buen ambiente que se registró también desde el principio de la tarde en el Llano Amarillo, donde miles de jóvenes se congregaron al amparo del buen tiempo para celebrar el ya también tradicional botellón con el que se conmemora en Algeciras la llegada de las Pascuas.
La fiesta surgió a mediados de los años ochenta como surgen la mayoría de las cosas en Algeciras. De manera espontánea. Un grupo de estudiantes y de jóvenes comenzaron a llenar la calle Sevilla, dando una animada imagen a esta zona de la ciudad. Aquel germen ha culminado hoy en la multitudinaria y singular fiesta del 24.