Cuántas rarezas políticas, impensables años atrás, nos estamos acostumbrado a asimilar como normales y naturales en estos tiempos. Empecemos con la palabra dada, que ya no tiene ningún valor. Ya le hubiera gustado a George Bush padre tener una ciudadanía tan condescendiente o desmemoriada como la actual, para que no le hicieran pagar su incumplimiento electoral: “Readmylips: no more taxes” (Lean mis labios: no más impuestos). Luego los subió y los americanos no se lo perdonaron. Mentira o cambio de opinión a la fuerza, ni una semana ha debido pasar para que se tragara sus propias palabras María Guardiola, la inminente nueva presidenta de Extremadura, tras afirmar solemnemente que en su gobierno no entraría Vox, un partido “machista, xenófobo y negacionista del cambio climático”.
Cosa extraña es también ver cómo Adelante Andalucía, el partido que ha impedido con sus aventuras en solitario gobiernos de izquierdas en las ciudades de Sevilla y Cádiz, reciba como recompensa del PP (de bien nacidos es ser agradecidos) fichar a su candidata en la capital andaluza como asesora. Por muy experta que sea en la labor más social de los barrios, cuesta no frotarse los ojos. Como ojiplático te quedas cuando esa misma formación recurre en las listas al Congreso por su líder Teresa Rodríguez y el ex alcalde José María González, que habían sellado un compromiso inalterable de permanecer únicamente 8 años en política. Por cierto, encabeza la lista Pilar González que vale pató, en el partido que sea y para la empresa que le encomienden.
Y cosas extrañas suceden también en el PSOE andaluz, cuyos históricos dirigentes han debido saltar como un resorte para mostrar su apoyo al Gobierno central y a su presidente -a la sazón secretario general socialista- ante el silencio o las críticas de Felipe González y Alfonso Guerra, usados por la derecha mediática como ariete de desgaste del sanchismo. Pero el no va más de las rarezas es que determinados dirigentes de cúpulas endebles, pero que muy endebles, hayan sospechado de este gesto de compromiso de sus más veteranos como un movimiento de la vieja guardia por recuperar posiciones de antaño. Y cosas raras, pero raras, conoceremos en breve de los partidos que integran Sumar que han dejado en la cuneta a algunos de sus mayores que no se merecían ese trato.
Son las rarezas de la política actual que dejó hace tiempo de tener elementos sólidos -todo es líquido o gaseoso-, pero lo que es peor: una política donde el relato mata al dato, donde el bulo se impone a la verdad y donde las teorías de la conspiración ganan por goleada a los principios.