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Sevilla

Ana, Mario, Olvido, y los años 80 revivieron junto al Guadalquivir

Una noche de cine que empezó con ‘El cine’: Ana Torroja, Nancys Rubias y Alaska en forma de Fangoria, triple corona en el Icónica Fest de Sevilla

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Homenaje a los 80 en Icónica Fest.

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Homenaje a los 80 en Icónica Fest.

Homenaje a los 80 en Icónica Fest.

Homenaje a los 80 en Icónica Fest.

Una noche de cine que empezó con ‘El cine’. Comienza así la crónica de la triple corona con la que este sábado se ha destapado el Icónica Sevilla Fest, el festival de la Plaza de España de la capital andaluza que, en un tres en uno, ha reunido a Ana Torroja, Nancys Rubias y Alaska en forma de Fangoria.


Nacho Cano compuso ‘El cine’ para el disco Descanso Dominical de Mecano y convirtió en icónica esa fusión de pantalla grande y música enorme, y no ha sido casualidad que Ana Torroja la escogiese para empezar su reencuentro con la noche sevillana, que, eso sí, empezó de día, para dar hueco sin prisas a todo lo que quedaba por venir.

Eso permitió a la madrileña ver la cara del público sin focos ni oscuridad que la molestasen, un dato que no le pasó desapercibido hasta que la noche andaluza cubrió el escenario en una ciudad que no pisaba “desde hace mucho tiempo”, decía, para recordarle un fan que hacía 23 años que faltaba a la cita con él. “No puede ser que haya pasado tanto tiempo, si yo no había nacido”, y cogió el micrófono y regaló a 4.000 almas ‘A contratiempo’.

Así, poco a poco, canciones de Mecano y algunas de su carrera en solitario, como ‘Sonrisa’, cantada y bailada con ansia por sus incondicionales, ‘Mujer contra mujer’, dedicada por ella a la gente valiente que cuando salió la canción en 1986 querían hablar de la diversidad y aún no era fácil, igual que no es fácil ver en el mismo escenario juntas a dos iconos del pop español como ella y Alaska, pero el verbo se hizo carne cuando comenzaron a cantar a dúo ‘Hora y cuarto’.

En realidad, la dirección del Icónica Sevilla Fest no concibió esta noche como tres conciertos en uno, sino como un homenaje a los años 80, y por eso tiene más valor que entre el público hubiese gente con pinta de haber aprobado una semana antes la EvAU, que se llamaba Selectividad cuando la década de la movida madrileña estaba en todo su apogeo.

Ojo: llegan Nancys Rubias. Segundo acto de la noche. A las 23.15 ha aparecido en el escenario Mario Vaquerizo, con un mono transparente negro, con ‘El rey del glam’ a toda la potencia que daban los altavoces en los 29 grados de una noche sevillana hecha para ir a un concierto bajo la luna llena, “casi llena”, corregía una espectadora a EFE. Pues eso, que llena estará el lunes, pero el concierto estaba pleno.

“No eres nadie si no llevas a un sevillano dentro de ti”, soltó Mario Vaquerizo, y con el público ya en el bolsillo -es una forma de hablar, porque en su ropa no había sitio donde guardar ni el aire- confesó que “no es porque sea el día, pero hoy tengo muchas ganas de mariconeo”. Solo artistas como él pueden soltar una frase así con una palabra que no existe en el diccionario y luego cantar ‘Abecedario’, todo un homenaje a la Real Academia de la Lengua en forma de pop canalla.

¿Ya hemos dicho que fue una noche que olía a años 80 por todos lados? Los 50.000 metros cuadrados de la Plaza de España se imbuyeron de ochenterismo -otra palabra que no existe, pero da igual- y como si fuese una alfombra roja musical, todo estaba predestinado para recibir a una Olvido Gara, que, nada más dar su sexagésima vuelta al sol, es una obviedad que está en el mejor momento de su carrera.

Tercer acto. Ya era domingo cuando llegaron Fangoria, con Alaska y Nacho Canut, y la música electro pop vanguardista lo invadió todo, y ya nadie podía dejar de bailar ‘Espectacular’, ‘Bailando’ o ‘Ni tú ni nadie’.

Fangoria es energía pura. Olvido y Nacho tienen la madurez suficiente como para saber que son imprescindibles para miles de personas en este país, y que pasados los 60 son tan icónicos como el festival que los ha acogido.

Saben que sus canciones son tan eternas como ‘Anillos de oro’ o ‘Tristeza de amor’, por ponerle símiles televisivos a una década que esta noche renació bajo una luna (casi) llena, en la misma semana que uno de los símbolos de esta ciudad, Carmen Sevilla, se colocó en lo más alto del palco del graderío para enseñar de cerca a San Pedro cómo se mueve su ciudad al ritmo de un festival que, por ahora, no tiene hermanos gemelos.

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