Una de las imágenes de la semana muestra a un grupo de funcionarios de Justicia con bayeta en mano adecentando su puesto de trabajo a su regreso al edificio de San José en Cádiz. La Consejería de Justicia aceleró tanto, con tal de limpiar la mancha en su expediente por el retraso en el traslado, que olvidó dar la orden de que hicieran lo propio con las instalaciones, como si lo que importara fuera solo el fin y no los medios. El decano del Colegio de Abogados de Cádiz, José Adolfo Baturone, puso el epílogo un día después al advertir que los problemas por los que atraviesa la Justicia “nos ponen al borde del caos más absoluto”, en referencia tanto al prolongado cierre del edificio de San José, como a la huelga de letrados que han llevado a suspender más de mil juicios en toda la provincia y a paralizar tres mil actuaciones. La mancha persiste.
El celo de los responsables del Gobierno andaluz por hacer bien su trabajo no obedece sólo al cumplimiento de su encomienda per se, sino a la incidencia que pueda tener, en cualquier sentido, de cara a las expectativas de sus compañeros de partido en las elecciones municipales, de ahí que en las últimas semanas muchas de las polémicas que tienen lugar a nivel local trasciendan a lo regional, como ha ocurrido esta semana con la negativa de la Junta a la moratoria solicitada frente a la instalación de nuevos parques eólicos y solares, o días atrás con las nuevas diferencias en torno a la implicación institucional en el desarrollo del proyecto de Valcárcel en Cádiz; cuando no, directamente, en el ámbito de la sanidad pública.
El caso de la regulación de una moratoria para dejar en suspenso el desarrollo de megaproyectos de energías renovables hasta la aprobación del Plan de Transición Energética de Andalucía tiene su particular incidencia en Jerez, donde todo el mundo está de acuerdo en señalar como una barbaridad la instalación de grandes molinos en mitad de pagos históricos del Marco, pero, en realidad, nadie hace algo por detenerlo: el Ayuntamiento (PSOE) culpa a la Junta por concederles autorización medioambiental y la Junta (PP) culpa al Ayuntamiento por concederles la licencia de obra. El primero se remite a la obligatoriedad de cumplir con un acto reglado y el segundo a que el informe favorable al impacto ambiental no atañe a lo paisajístico, aunque a nadie escapa que el voto favorable a la moratoria hubiera espantado la polémica de un plumazo. La pregunta, en todo caso, es: ¿Y dónde está Jerez entero movilizándose en la calle para que esto no ocurra?
Lo que hay detrás lo denunciaba hace poco en este periódico la veterana ecologista Lola Yllescas: “Nos tememos que llegue el boom de las energías renovables. Están los fondos de inversión como locos comprando territorios para este tipo de instalaciones, y lo que podría ser una solución, como son las energías alternativas, la están convirtiendo en otro problema por el abuso, la falta de cuidado y la renuncia de las administraciones a regularlas. Hay zonas degradadas que se podrían destinar a estas instalaciones y lo que pedimos es que se regulen”.
De momento, va a ser que no. Y para cuando toque no habrá marcha atrás, porque en política hay quien sigue sustentando los avances sobre la base de una buena voluntad y la ausencia total de culpa, lo que, a veces, deviene en una serie de catastróficas desdichas, como le ha ocurrido ahora a la ministra de Igualdad con la ley del sí es sí -y al Gobierno entero-, y le ha ocurrido antes a muchos otros gobiernos.
En Los Fabelman, hay un momento determinado en que la madre del protagonista se sincera con su hijo y le confiesa que “la culpa es un sentimiento inútil”. En el fondo es una reflexión egoísta, porque por encima de su inutilidad está su inevitabilidad, pero sobre todo es una reflexión instructiva, como casi todo lo que cuenta Spielberg en su última película acerca de la vida, de la familia, del trabajo, del arte, de la religión, del fracaso, de los sueños, del destino. A mí me basta para evadirme y olvidarme desde el interior de una sala de cine de los que tienen asimilado que, efectivamente, la culpa es un sentimiento inútil, aunque sea que no.