Tras la cadena humana del 12 de febrero y la manifestación del 4 de abril, este sábado ha tenido lugar una nueva movilización en defensa de la Casa Invisible y en contra de la propuesta de desalojo por parte del Ayuntamiento de Málaga.
En esta ocasión lo ha hecho a través de tres concentraciones en plazas clave del centro de Málaga --Félix Sáenz, Constitución y Merced--, acompañadas de una deriva ciudadana que ha recorrido múltiples vías del casco histórico de la ciudad.
La jornada de reivindicación, con pancartas en las que se ha podido leer 'La invisible se queda' o 'Tomamos las calles', ha estado acompañada de una variada muestra de las actividades y talleres que cotidianamente se llevan a cabo en el espacio: música, danza, teatro o circo.
Frente a la vía judicial abierta por el Ayuntamiento de Málaga, desde la Casa Invisible siguen apostando por el diálogo y por que se retorne a los compromisos acordados en 2018 para así, "salvar la democracia". "No hay democracia sin conflicto y no hay conflicto que no merezca una solución mediante el diálogo", han reclamado en un manifiesto.
Así, han hablado del respeto a las diferencias como "seña de identidad de cualquier gobierno digno de la ciudadanía", lamentando que "no hay democracia cuando se intenta callar por la vía violenta la voz de una parte importante de quienes habitamos la ciudad y menos, cuando se renuncia al diálogo con argumentos falsos".
En este sentido, han defendido que La Invisible "enriquece a la ciudad y en consecuencia también a la democracia", por lo que negar este espacio "equivale a despreciar la riqueza cultural y social de Málaga". Así, ha criticado que el Ayuntamiento reconoce a la Casa Invisible "cuando pretende vender la idea de una Málaga heterogénea y optar así a capital europea por ejemplo. Luego, cuando evidentemente no cuela, amenaza con la porra y la acción violenta para su desalojo", han criticado.
En este sentido, han recordado el proyecto de rehabilitación para este espacio sin necesidad de desalojarlo, pero "lo que revela este nuevo intento de desalojo violento de La Invisible es el deterioro democrático de un gobierno que, en lugar de optar por la violencia y el molde único, debería velar por el carácter múltiple, complejo y enriquecedor de nuestra ciudad y sus gentes".
Con ello, los manifestantes de este sábado han reivindicado otro modelo de ciudad, apostando por la cultura local y el cuidado de sus propias habitantes frente al monocultivo turístico y la gentrificación urbana.